martes, 29 de junio de 2010

No te caigas punto blogspot punto com

El primer blog que tuve se llamaba No te caigas. Mi seudónimo era Morela. Después de un par de meses de incursionar en el mundo blogger, a mitad del 2003 Morela dejó de identificarme y yo ya me permitía caerme, con lo cual, el blog fue disuelto. En ése entonces Coni, hormiga, tenía 18 años:




El primer post de no te caigas fue este:


Hace dos días me quedé sin voz. Así que estoy obligada a observar más de lo que acostumbro. Formas de mover las manos, de mover los ojos, si las personas miran a los ojos cuando hablan y en qué momentos evitan mirarte a los ojos, como se paran cuando hablan... en fin.

Sin embargo, en un mundo de ojos muy lindos y llamativos, cada uno con su historia, su lágrima por caer, su brillo único... todavía, todavía, no encontré los tuyos o no los puedo ver



Y el último, el del 14 de Septiembre, fue:


tengo tiempo para saber
si lo que sueño concluye en algo
no te apures ya más loco
porque es entonces
cuando las horas bajan
el día es vidrio sin sol


Una vez habían escuchado un relato sobre "medias naranjas". Se decía media naranja a cada una de las personas que vagaba por el mundo sin siquiera encontrarse a si mismo. Lejos de ayudarlos, el haber incorporado este nuevo vocablo a su lenguaje, los desanimó. El hecho de pensar que en todo el mundo había una sola persona que les correspondiera eternamente y los complementara, los hizo caer.  Eran personas muy simples. Su única ambición era el amor. Amor puro. -como reconocer una media naranja en todo un mar de gente? - esa era su gran pregunta.
El hecho es que todos y cada uno de ellos se obsesionaron con tenían que encontrar esa media naranja y ser felices hasta la eternidad. Programados como computadoras en función de ESA persona, buscaron y no encontraron nada. Ni siquiera saber qué era lo que buscaban.
Lo particular de lo que les habían enseñado era lo único a lo que no le habían prestado atención. El conocerse a uno mismo. Como reconocer un complemento sin primero reconocerse a uno mismo? Ahí es cuando nos equivocamos. Lloramos NO historias. Lloramos que nuestra imaginación no corresponda con lo que vemos. Cae la idealización. Frustración.

jueves, 24 de junio de 2010

Energía creativa

Es difícil empezar a escribir un post sobre Dios sabiendo lo que me genera a mí leer sobre lo mismo en otros sitios. Es difícil no sonar como un profeta si uno quiere defender a Dios.


 Esto es Dios para mi, energía que fluye y transforma.

Me pasa que creo que el concepto de Dios, en la actualidad, supera el concepto religión, ya le queda chico, es claro que no funciona y que, en su mayoría, genera oscuridad en las personas, las limita y las hace cometer actos delictivos o ser negligentes consigo mismos y, por ende, con los demás.

Que una persona en el 2010 me diga que va a inmolar su vida para casarse con Dios, me parece retrógrado. Las veo vestidas de castrados pingüinos y me dan escalofríos.  Ni siquiera me genera bronca como antes, me da intriga. ¿Cómo es posible? Y no me vengan con el rollo de la Madre Teresa de no se donde, porque Madre Teresa hubo sólo una y hubiera tenido la misma vida si no hubiera sido monja. Como Gandhi. Caducó la idea de religión, de la misma manera que caducaron los partidos políticos. No puede haber diferentes religiones o partidos políticos, lo que necesitamos es unidad, ser una sola nación global. La nación de los seres humanos unidos y conectados entre sí y con el mundo. 

También me molestan los que dicen, por ejemplo, que sus vacaciones "estuvieron lindas, gracias a Dios". ¿Gracias a Dios? ¿Qué queremos decir cuando decimos que nuestras vacaciones salieron bien gracias a Dios? Claro, cuando salen mal, nadie tiene la fuerza de decir "gracias a Dios". Recién ahí buscamos justificativos terrenales. Tal estaba insoportable, es dura la convivencia, la vida de vacaciones, la cantidad de sombrillas, la bristol, los culos de las viejas, el clima, la lluvia... A ver si todavía tengo que preguntarme porqué Dios no quiso que mis vacaciones fueran placenteras.


Si nos va bien, no tenemos honestidad de decir que es porque nos esforzamos. Porque decir que nos fue bien como producto de nuestro esfuerzo es leído, socialmente claro, como un acto de arrogancia o soberbia. No está bien hablar de nuestros logros, porque casi nadie tiene. Nosotros somos responsables, somos responsables por lo bueno y por lo malo que nos generemos. Somos responsables de encontrar nuestro qué para que al caminar en pos de alcanzarlo, Dios nos de el cómo.

Me preguntaron cuál era razón por cual no podía creer en un Dios colaborador. Mi militancia en contra de la religión empezó a los 12, cuando comencé un meticuloso proceso que culminó, años más tarde, con el divorcio entre Dios & religión. Dios se separó de religión y automáticamente murió para mí, pude empezar a entender porqué lo había matado. Estaba lastimada, me había desilusionado. Lo maté por incomprendido, por crear algo perfecto incluso en sus oscuridades, lo maté por severo, por especulador. Tirarnos en el mundo para que rolemos y aprendamos en silencio, qué descarado. Pero lo comprendo. Comprendo que existe una energía creativa que fluye a través de todos nosotros, que se manifiesta en la energía que generan nuestros cuerpos. Durante años dije: "No creo en Dios, creo en la unidad del universo, en algo que va más allá de nosotros, cuya fuerza escapa a nuestras posibilidades". Hoy algo se llama Dios, y Dios es energía creativa. Es una campana que suena cuando el ruido tapa lo que no queremos ver, eso que preferimos no afrontar. Si vivimos según lo que venimos a dar al mundo, vibramos de manera única, única manera de generar situaciones, relaciones, amistades y labores con significado para quienes somos. Entonces, respondo, sí creo en un Dios colaborador, de hecho, es de la única manera que pueda creer en Dios.

martes, 22 de junio de 2010

Constipación escriturística



Mi cuaderno de las páginas de la mañana está constipado, no se le cae ni una idea, no fluye. Alguna de todas mis yo hace más fuerza que las demás y las mantiene en un silencio arbitrario. Me pregunto qué le pasa, qué puede estar afectando su fluir. No sé muy bien que es lo que hace fuerza para adentro o porqué logra silenciar al resto. Descubrir las propias fronteras conlleva una ganancia y una pérdida. En la medida en que aclaro lo que percibo, pierdo prejuicios. Y, a medida que me esfuerzo por aclarar mis ambigüedades, mis grises, pierdo la ilusión, lo no real. Llego a una mayor claridad, y de la claridad, al cambio. Ver un cambio, implica movimiento. Y el movimiento, implica decisión.

Hasta no experimentar la libertad de la soledad, no podemos conectarnos con la autenticidad. El arte depende del encuentro: encontramos nuestra verdad cuando nos encontramos a nosotros mismos, y nuestra propia expresión. ¿Nos volvemos más originales porque nos volvemos un poco más específicos? La escritura es la canoa que me transporta a lo largo del río de la vida, me lleva hacia adelante y a la vez me ofrece un espacio para recuperarme del movimiento.

Enero, mudanza: Me traje de Irlanda -hace tres años- un repasador de cocina con un guante, con el objetivo de que algún día los viera y me dijera: "Es hora de buscarles su hogar". Los saqué del placard, junto con el delantal negro de cocina. Mi abuela me regaló unos cubiertos y me dijo que va a empezar desde ahora a recolectar cosas.

jueves, 17 de junio de 2010

Ups.




El problema de no ser boluda es que no gozo del beneficio de hacerme la boluda, ni conmigo ni con nadie. Y, entonces, lo que tiembla en el encubrimiento, cae en estos tiempos.

Una primera cita es como una entrevista de trabajo, pero bilateral, hay dos puestos vacantes. Los dos miramos el currículum del otro, y si nos va, pasa a la siguiente ronda de eliminación. Nadie se enamora de una, a menos que su objetivo -ante todo- sea dejar de dormir solo. 


domingo, 13 de junio de 2010

Hechos, no palabras.

Abrir el placard y tirar o regalar toda la ropa que no me describe más.
Sacar del cuarto todos los muebles que me impidan, energéticamente, avanzar.
Aprender a administrar la plata y tomar conciencia de que ya no camino gateando.
Aprender sobre mi alimentación y cuidar mi persona.
Irme a vivir sola.



Padre, madre, tutor o encargado: hoy devuelvo mi juego de llaves.



Necesito mi espacio, no por ellos, por mí. Sin culpas y sin bronca. Con ansiedad e invitándolos a que me acompañen y me dejen crecer. Necesito mi balcón con plantas. Mi juego de llaves. Mi número de calle, mi piso. Quiero un balcón desde el que se puedan ver las luces de los departamentos a lo lejos de noche, donde haya increíbles atardeceres frente a los que tomar mate y hablar incansablemente. Mis platos, mis vasos, mi salero, mis tenedores y cuchillos. Entendí, ya estoy grande. Es hora de convertir las palabras en hechos.
Enero, EL mes.

miércoles, 9 de junio de 2010

Historias Unilaterales

Nada es verdaderamente felicidad si no se comparte con otro,
nada es verdadera tristeza si no se sufre en verdadera soledad
(no tengo la más pálida idea de quién es)



Si, viví historias unilaterales de las que me costó tanto reponerme como de las que tenían dos puntas activas.
En las no historias, uno tiene tantos recuerdos de cosas que hubieran estado buenas, que da lo mismo si pasaron o no. Duelen y punto, no se cuestiona mi dolor. No es él, no soy yo, son mis ganas de haberlo encontrado. Son situaciones independientes a la cara en cuestión. Son recuerdos actuados por un cuerpo sin cara definida. Ni siquiera tiene importancia si el tipo es o no es, se activan ante la posible oportunidad de ser finalmente correspondida. Son los no recuerdos -deseos- que definen un futuro quién o un futuro cómo.

Y claro, cuando el otro no cabe en los zapatos de Prince Charming, advienen los reproches a ese ideal de un otro para uno. Son reproches de su no actividad, de su ausencia o mismo hacia la propia falta de criterio de búsqueda. Hubiera estado bueno que me pasaras a buscar por el laburo y camináramos riéndonos por corrientes a la noche. Hubiera estado bueno que nos fuéramos a la costa y estuviéramos acurrucados un fin de semana entero, escuchándonos respirar mientras dormimos. Hubiera estado bueno un sábado tirados en el pasto tomando mate y charlando. Hubiera estado buena la cerveza del viernes pasado. Hubiera estado bueno que estuviera bueno.

Pero la mente a veces va tan rápido, que uno ni siquiera llega a procesar si ése otro es quien debería ocupar ése lugar. ¿Cuántas veces le reprochamos a alguien no ser lo que quisimos que fuera? ¡Qué exigencia! Es decir, conocemos a alguien, nos cae simpático y, luego, indefectiblemente le exigimos que entre en ése molde hecho a medida. Qué locura.

Y después, claro, de repente tomando mate con un amigo y contándole nuestra desgracia, nos damos cuenta  que lo vimos tres veces, pero que para nosotros, paso un año y medio de intenso noviazgo. Vemos cuán incompatible era y, finalmente, dejamos de mentirnos sacando de la galera todos los contra que deberíamos haber afrontado antes, que escondimos para hacernos los que ganamos el juego de encontrar al escondido. ¿Será que el juego infantil de la escondida, nos inicia en la eterna búsqueda y re-búsqueda del amor?

Ahora, cuando ni siquiera el amor es imaginario, estoy en paz. Ahora, cuando todavía tengo autonomía en mis pensamientos, estoy tranquila. Ahora, cuando no miro el celular más que una o dos veces al día, me mantengo en calma  y la ansiedad es casi nula. Ahora, cuando podría estar del lado de los que te dan consejos haciéndose los que nunca liman de más, me río y me enternezco de mi eterna princesa que, sí, es exigente y no le importa nada, porque sabe que, en algún momento y por tal vez muchos instantes, vuelva a encontrarse con un otro, real, que haga valer cada uno de los encuentros. Mientras tanto, caigo en la trilladez de decir que mejor sola que mal acompañada. Mejor sola que mal humorada y sin posibilidad alguna de paciencia por la ansiedad que me genera salir con X, por no ver una película sola. Mejor sola.

domingo, 6 de junio de 2010

Conexión





la palabra amigo implica una responsabilidad que, 

a menos que estemos dispuestos a tomar,
no debemos fingir.








Es exquisito reunirse con personas que conocen y trabajan sobre sus miserias. Que buscan algún día encontrarse.  Que pueden hablar de sus oscuridades y reírse como si estuvieran haciendo un número cómico, de una manera tan real, que es realmente gracioso. Vale muchísimo más la vida cuando nos rodeamos de personas que, simplemente, suman. Que se suman a sí mismos primero y, una vez que pueden compartir cualitativamente, a los demás. Que vibran alto. Que exigen reflexión. Que producen admiración y tranquilidad. Personas que no se recuestan en una cama a lamentarse su supuesta mala vida. Me gusta ver gente que transmita el valor de la vida. Que te haga querer hacer. Ser. Que saque lo mejor de vos y no te busque la falta para poder engordar su falsa noción de ego. Me gusta la gente con respuesta. Me gusta la gente que siente. La que emite buenas cosas así este hablando de una receta de cocina. Me gusta la gente que esta cómoda adentro suyo. Que transmite armonía. 

Vale muchísimo más mi vida si me doy cuenta que las personas que elegí hacen que el resto sea resto. Es espectacular que verlos no sea una obligación, sino un encuentro. Y que todos valgan la pena, me hace feliz darme cuenta que no prefiero estar haciendo otra cosa.