viernes, 21 de enero de 2011

Nada


viernes, 14 de enero de 2011

Claaaaro: No le gusto!



Recién termino de ver He is just not that into you. No lo niego, me causó más gracia de la que me hubiera gustado y me hizo más que nada, un nudo en la garganta. Todos terminan aparentemente felices. Pero, lo que es evidente, es que se mienten descaradamente.

Hay un momento, cuando uno sólo da con historias histerias, que pierde importancia quien esté enfrente, sino el espacio que puede llegar a llenar. Cada vez importa menos qué búsqueda tiene uno, solo quiere otro. La posibilidad de compartir, así sea unilateralmente.

La película me remitió directamente al Capítulo “El psycho”.

Nos habíamos conocido de chicos, yo le había gustado, nos habíamos dado unos tiernos y adolescentes besos, y yo huí, porque era un psicótico. No sé si lo que más me hizo huir fue que estuviera completamente loco, como el poder divisar malas intenciones en su locura. No tenía límites, era un mugroso bravucón de secundario. De esas impunemente atractivas.

Nos encontramos de grandes y me contó un cuento que yo quería escuchar de una manera tan espectacular y tan supuestamente sentida, que compré. La hizo tan bien que incluso hoy le tengo simpatía, me acuerdo de sus artimañas y me río.

Nos dimos nuestro primer beso y, durante una semana, el psycho vino casi todas las noches a visitarme un ratito a la puerta de mi casa, un genio. El tipo estaba jugando al TEG. Yo estaba en una etapa de mi vida en la que no me interesaba compartir con alguien realmente, estar con alguien hubiera sido una carga. Entonces, cualquier tipo que me llamaba la atención, yo lo condimentaba, guardaba sus defectos en la carpeta de archivos temporales y soñaba. Me veía corriendo por la playa, con el perro y los niños.

La cosa es que después de la primer noche que compartimos juntos, game over. El ya había podido tachar mi nombre de la lista y yo no quise entender que toda la parla no era más que un cuento. Y me obsesioné. Me obsesioné porque en verdad era una historia vacía. No compartíamos absolutamente nada.

Y tal cual la película, un día fui a lo de mi amigo Carli a quemarle la cabeza con las pequeñas “señales” que me daba el otro (ninguna señal, solo aparecía cuando yo no aparecía). Esa tarde hicimos un croquis, entre risas y lástima, de la situación: porqué no me llamaba o de porqué ya no me llamaba. Y en un momento, nos miramos y descubrí que había flasheado año y medio de noviazgo.  Hay veces que cuando uno no está en su eje pasa eso, querer llenar con vacío. ¿Qué puede obsesionarme de un tipo que no admiro y al que básicamente llamo “tipo”? No estuvo mal que yo no le gustase más, estuvo mal que me contara el cuento. Que el ritual de apareamiento estuviera rodeado de un verso nerudístico. La conexión es mutua, si no hay de un lado, no hay del otro. Si hay de un solo lado, hay alguien que se está mintiendo. Yo hubiera estado con él igual, me divertía el patotero, por un rato.

Hay veces que con la base de haber conocido a alguien, que te atrae un poco y que al menos no es aburrido, la mente construye castillos de arena y de ensueños proporcionales a la falta de autoconocimiento, de la falta de respeto por la propia búsqueda.  Hay veces que una persona te gusta mucho más por lo que te hubiera gustado que fuera que por lo que es. Y, lo increíble, es que cuando te das cuenta de que el otro no te contó el cuento, sino que fuiste vos, automáticamente dejás de mirar el celular, de entrar a su facebook y de esperar que te llame. Si no te llama, es porque no quiere volver a verte. Y si no quiere volver a verte, es porque no la pasaron ninguno de los dos tan bien como vos te contaste.