jueves, 7 de octubre de 2010

Si lo ves, no podes seguir así.




Aunque todas las películas reflejan, a su modo, aspectos sociales, algunas son específicamente escritas y producidas con un fin, una meta, un mensaje particular, como un repique de campana. Despertemos, estamos en problemas. Lejos, cerca, algunos, pocos, muchos, desigualdad, injusticia.

No deberíamos necesitar una película que nos dijera que hay gente que se muere de hambre. No deberíamos necesitar un documental que hable sobre como Nike explota niños a partir de los cuatro años siendo una multinacional que, con lo que invierte en publicidad al año, podría pagarle el sueldo a todos sus empleados y evitar la explotación infantil. Pero nos gusta, nos gustan los slogans como "just do it". Avalamos la impunidad.

Estamos fanatizados por McDonalds, una compañía que tiene denuncias a lo largo y ancho del globo por abuso y explotación de sus trabajadores, por venta y apología de una dieta llamada "comida chatarra" que causa cáncer, enfermedades de corazón, diabetes y artritis, según expertos. Pero a Ronald ésto le parece poco, además, utiliza numerosos recursos naturales para la producción de las montañas de basura en las que terminan sus envoltorios de papel, cartón y plástico.

Si hablamos de recursos naturales, con el solo focalizarnos en la tala indiscriminada de árboles, ya deberíamos tomar conciencia de que estamos destruyendo nuestra selvas tropicales a un ritmo del 1.8% anual, es decir, 16 km2 a la hora colaborando directamente con el calentamiento global del planeta y con el efecto invernadero. Principalmente en Brasil, Zaire, Indonesia, Perú, Méjico, Canadá, India, Nigeria. La madera tropical se usa para todo: desde mesas y ataúdes hasta para hacer escarba dientes, papel higiénico, carilinas. Somos nosotros, los consumidores finales, los que tenemos que tomar conciencia. Y, al menos, moderar el uso. No necesitamos que la pasta de dientes ademas de venir en un envoltorio de plástico, venga en una caja de cartón que a su vez está plastificada y tiene numerosos colorantes para hacer del producto algo atractivo, para que el ser humano, superfluo, compre.

Y lo peor, lo peor de todo, es que ni siquiera somos felices en un mundo tan descuidado. Por que el problema no es el planeta, el problema somos nosotros, nuestras mentes adormecidas. No nos hacemos responsables.  Estamos a la espera de un líder, de un buen hombre, incluso de Jesús. Nos tenemos tanta confianza que pensamos que el advenimiento de una persona puede cambiar las cosas. Todos seríamos líderes si quisiéramos asumir esa responsabilidad. ¿Porqué no nos despertamos uno a uno y nos agarramos de las manos para luchar por un cambio? No necesitamos una guerra, necesitamos dejar de pelear. Necesitamos vernos, saber que hay más personas que nosotras. Necesitamos dejar de poder dormir en paz sabiendo que la mitad del planeta no come.

Perseguimos una felicidad basada en la destrucción de nuestra casa y en la compra de objetos materiales. Hay personas que sólo son felices comprándose cosas nuevas. Hay personas que se la pasan el día comprando sin conciencia y, la mayoría de las veces, sin necesidad. Pero no importa, porque la regla básica del sistema es chuparnos la sangre entre nosotros, así se nos impide que reaccionemos.

Ni siquiera tenemos tiempo libre para disfrutar. La felicidad y el goce son inalcanzables para la mayor parte de la población mundial porque el sistema se la robó. Se robó la libertad y, con la libertad, el tiempo de cada uno de poder mirar para adentro y conectarnos, de poder permitirnos cuestionar lo que vemos, lo que hacemos, lo que decimos, nuestra propia coherencia.

Lo que importa no es quien inventó la pistola, sino quien aprieta el gatillo. No nos podemos hacer los distraídos para siempre.


ALL WE NEED IS LOVE.

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