viernes, 6 de mayo de 2011

En jaque.

Una vez leí que las personas que tienen mi luna hacen los cambios lentamente. Como si nos costasen los cambios. No me quise dar cuenta en su momento de que lo negaba porque había algo que se movía por dentro. Mis ganas de abandonar la comodidad enmascarada en sueños. La negación de la responsabilidad que implica saber que uno puede ser quien quiera ser, proyectarse desde uno, desde lo que somos y desde lo que queremos ser. Y, más que ser coherentes, a veces, simplemente, es mucho más fácil ser cómodo. Aún si sabés que no te estás desarrollando, o que no estás creciendo, o que ni siquiera estas contento como podrías estar. Dedicándonos a escuchar todas esas voces a las que sabemos que no les creemos. Esas voces de miedo, de frustración, de pánico desmerecedor. Y cada vez que soñás con modificar ese aspecto de tu vida con el que no estás conforme, que sabés que querés que sea distinto, el miedo lleva a pensar en lo difícil que puede llegar a ser, en todas las variantes con finales infelices reales o irreales. El miedo pincha sueños y aniquila el movimiento. 

Pero hay un día en el que una pequeña estupidez hace que se caiga la cortina y eso te hace ver que ya no hay artista o creatividad en vos. Y se te acelera el corazón y lo sentís en la tensión en tu cuello. 

Prefiero que se haya caído la cortina muchas veces, prefiero la inestabilidad de sentir que me corre sangre por las venas y que tengo una responsabilidad conmigo y global, y soñar con la coherencia. Prefiero las lágrimas que llevan a los pasos.

2 comentarios:

Café (con tostadas) dijo...

es que nada se parece tanto al vacío como la quietud del miedo!

hormiga dijo...

Tal cual, nada!! Nada se parece más al vacío que el abismo.