Hay veces que llamar por teléfono a alguien me hace rogar, mientras suena el tono, que no atienda. Capaz tengo que arreglar algo, un encuentro, pero me da fiaca el momento teléfono. Hay veces que me es mejor mandar un mensaje de texto o, incluso, un mail. Y no tiene nada que ver con mi apreciación por la persona, sencillamente no me gusta hablar por teléfono.
Hace poco decidí dar de baja un aparato con música y cámara y pin pun pam porque se le rompió la pantalla, se le rompían los auriculares cada tres o cuatro meses y le entró un virus que hacía que no se pudieran bajar las fotos a una computadora. Es decir, insólitamente, que hay que formatearlo. Así que me compré un Nokia 1100 por MercadoLibre después de navegar por carísimos blackberrys y esas cosas de la NASA que me atraen pero me parecen frenéticas. Tiene todo lo que en realidad "necesito" ( if I need....): algo que haga y reciba llamadas y mensajes de texto.
Me da un poco de miedo lo que proponen los smartphones, por ejemplo. Me embola la imagen de las personas que lo tienen. Son como zombies que en cualquier contexto sólo miran una pantalla, y entre tanto -tal vez, si nadie postea algo 'greacioso'- se sumergen en el mundo de las personas que se hablan cara a cara. Es decir, se encuentran con personas para que haya gente mientras que hablan por msn con otros una salida. ¿qué?
La otra vez volvía tarde en un 42 a mi casa y vi una chica escuchando música, chateando por msn y hablando por skype, todo desde su teléfono. Que cope, pensé. ¿Qué cope?, me repregunté.Y me puse a pensar que, en realidad, uno pierde mucho con tantos medios de comunicación tan al alcance de la mano. Se pierde la comunicación, el contacto. Se deja de mirar por la ventana, o de mirar lo que pasa adentro del bondi, las caras, las personas, las pequeñas conversaciones en vivo y en directo, las situaciones de la calle, tampoco leemos tanto en los bondis porque, obvio, no podes leer con semejante atracción en la cartera.
Me parecen grandes teléfonos, muy útiles pero por ahora prefiero resistir un poco más el proceso de re-alienación nacional.
Hace poco decidí dar de baja un aparato con música y cámara y pin pun pam porque se le rompió la pantalla, se le rompían los auriculares cada tres o cuatro meses y le entró un virus que hacía que no se pudieran bajar las fotos a una computadora. Es decir, insólitamente, que hay que formatearlo. Así que me compré un Nokia 1100 por MercadoLibre después de navegar por carísimos blackberrys y esas cosas de la NASA que me atraen pero me parecen frenéticas. Tiene todo lo que en realidad "necesito" ( if I need....): algo que haga y reciba llamadas y mensajes de texto.
Me da un poco de miedo lo que proponen los smartphones, por ejemplo. Me embola la imagen de las personas que lo tienen. Son como zombies que en cualquier contexto sólo miran una pantalla, y entre tanto -tal vez, si nadie postea algo 'greacioso'- se sumergen en el mundo de las personas que se hablan cara a cara. Es decir, se encuentran con personas para que haya gente mientras que hablan por msn con otros una salida. ¿qué?
La otra vez volvía tarde en un 42 a mi casa y vi una chica escuchando música, chateando por msn y hablando por skype, todo desde su teléfono. Que cope, pensé. ¿Qué cope?, me repregunté.Y me puse a pensar que, en realidad, uno pierde mucho con tantos medios de comunicación tan al alcance de la mano. Se pierde la comunicación, el contacto. Se deja de mirar por la ventana, o de mirar lo que pasa adentro del bondi, las caras, las personas, las pequeñas conversaciones en vivo y en directo, las situaciones de la calle, tampoco leemos tanto en los bondis porque, obvio, no podes leer con semejante atracción en la cartera.
Me parecen grandes teléfonos, muy útiles pero por ahora prefiero resistir un poco más el proceso de re-alienación nacional.