Casi todos prefieren la mentira por ellos descubierta
a la verdad encontrada por otros.
[Jean Jacques Rousseau ]
No sólamente tiene que referirse a engaños de unos hacia otros. Los autoengaños, esas mentiras que nos decimos para no tener que actuar. Esos instantes en la conversación, a partir de los que nos encontramos justificándonos. Esas frases que al decirlas, provocan que nos mordamos el labio, o bajemos la mirada, e inevitablemente miremos hacia un costado, apoyando la cabeza en la mano.Como si supiéramos que, a partir de ese momento, son sólo unos segundos de palabras que necesitamos decir para sostener eso, que es insostenible.
Y si se refiriese a engaños de unos a otros... estaría hablando de ése instante en el que el tono de su voz varía y nuestras cejas se fruncen. Y ahí, hay dos: o reaccionamos u omitimos... Y si callamos, hablo del tiempo que utilizamos en justificar que nos estamos callando. Porque, mucho más alla de la mentira de un tercero, el tema es que nos dimos cuenta, que lo sabemos y que lo aceptamos o lo dejamos pasar por alto... ¿si? ¿Cuánto lo dejamos pasar por alto?
Cuánto podemos mirarnos al espejo y repetirnos que creemos en lo que decimos sin sospechar que no, que, en realidad, estamos haciendo un trabajo duro y constante hasta tapar, al menos, las expresiones en nuestra cara cuando hablamos al respecto. Sin que se trate de ellos o de ellas. De todos y de ninguna situación en particular, salvo, los momentos en los que nos mentimos a nosotros mismos.
Cuánto podemos engañarnos e insistir con el mismo discurso. Cuánto podemos llegar a jugar con la mente de ese otro -quien nos escuche mentirnos- con tal de no mirar para adentro y decir: "En realidad, no. No quiero esto".
¿Cuánto somos capaces de derribar por no animarnos a asumirnos? ¿Cuánto somos capaces de posponernos por no pisar en dirección a lo que anhelamos? ¿Cuánto miedo nos da saber que estamos yendo hacia lo que somos? ¿Cuán en crisis nos pone estar en contacto con nosotros mismos?
A veces pienso que si, que efectivamente es más fácil mirarme al espejo y decir: "Yo nunca me miento, siempre hice lo que quise". ¿Si? ¿De verdad? ¿Es ésto eso que tanto querés? Pero si nos mentimos a diario hasta en las decisiones más simples:
- Vamos al cine?
- Dale, vamos. Qué vemos?
- No sé, cualquier cosa. Lo que vos quieras, a mi me da lo mismo.
NO TE PUEDE DAR LO MISMO. No es posible que a una persona le de lo mismo ver Alicia en el país de las maravillas en 3d o ver Paco. Prefiero que los dos prefiramos cosas distintas y que, en última instancia, tiremos la moneda.
3 comentarios:
Ojo! que el que escribio Alicia no era adicto al paco porque no existia...alguna relación hay :P
Yo prefiero Alicia igual, para amargarme está la realidad.
Gustavo! El que escribió Alicia, era adicto a algo que suplía el paco! ;)
Increible lo que escribis...me encanta conocer una mente brillante como la tuya y todo lo que me aportas. GRACIAS....
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